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Uno de los grandes temores con los coches híbridos y eléctricos es qué pasa con el agua. Todos tenemos la imagen de una persona en la bañera y que le tiran un secador y muere electrocutada… incluso aunque el secador no esté enchufado… cosas del cine.

Es cierto que el agua y la electricidad se llevan mal (salvo que sea agua destilada), pero los coches eléctricos e híbridos están fabricados de manera que sus cables y componentes sometidos a alta tensión están muy aislados y son muy herméticos.

La probabilidad de electrocutarnos al intentar entrar en el coche es casi nula, por no decir imposible. Ahora bien, los coches híbridos y eléctricos tienen muchos más componentes electrónicos y ése sí es un punto débil.

En la imagen superior ves el estado en el que queda una centralita electrónica moderna tras pasar sumergida en aguas residuales poco más de un día. Todos los coches tienen decenas de unidades de control como ésa, pero en los eléctricos hay todavía más y, lo que es peor, muchas de ellas están en la parte más baja del coche, pues son las que se encargan de supervisar el estado de carga de las baterías, temperatura… que están montadas en el suelo.

A esto hay que añadir otro problema y es que, así como uno mismo con un poco de habilidad puede desmontar todo el interior de su coche, en uno eléctrico es necesario acudir a un taller especializado en coches eléctricos e híbridos. Es peligrosísimo intentar desmontar nada que esté cerca de las baterías o su cableado, cualquier error puede electrocutarnos, no por la inundación sino porque la manipulación de elementos de alta tensión en un coche híbrido o eléctrico requiere de conocimientos, utillaje especial y equipos de protección individual aislantes.

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